Las ruinas del socialismo

El contexto. 

El año 2010 se realizó en Valparaíso el Forum Universal de las Culturas. Este evento con base en Barcelona desde el 2004, se realiza cada tres años y tiene alcance internacional. Antes de Valparaíso fue Monterrey y después sería Nápoles la ciudad anfitriona quienes miraban con interés el desarrollo de esta actividad en nuestra ciudad con al esperanza de replicar experiencias positivas cuando fuera su momento. Este evento sería parte de las actividades del bicentenario de nuestro país por lo tanto una oportunidad de mostrar al mundo civilizado todo el potencial de una ciudad patrimonial reconocida como capital cultural de Chile. 

Como imaginar que la alcaldía de Jorge Castro, el ministerio de cultura Luciano Cruz Coke y el intendente Jorge Martínez se darían cuenta tarde de todo lo mencionado anteriormente. Decir tarde es poco, solo a tres meses de su inauguración se comenzaron a levantar mesas de trabajo con la comunidad artística para, en buen chileno “ver qué hacemos”. Recuerdo que esta actividad de la que fui parte se realizó en una sede de Fonasa ubicada en la periferia de la ciudad cerca de laguna Verde. En esa reunión nos enteramos que Nápoles, la futura cede el Forum ya estaba construyendo un edificio especial para el evento. Ahí, de la peor manera, se constató la precaria situación de la infraestructura cultural de nuestra ciudad. No había locaciones apropiada para nada. Aún no existía el Parque Cultural, el Museo del Grabado, Casaplan, solo algunos auditorios y pocas salas profesionales de exhibición. Lo que si había y lo único concreto, era la sensación de fracaso. La organización echó mano a lo que sabían hacer, quizás la única solución posible a esas alturas y la misma de siempre; montar un escenario gigante en la plaza Sotomayor y desempolvar a boleristas octogenarios y el respectivo relleno de cumbias y algo de Rock además de realizar algunos encuentros para hablar en tono serio y voz grave del mar, el patrimonio y de las glorias pasadas de la ciudad nunca fundada. En esos días ocurrió lo que nadie se esperaba, un paro indefinido de los funcionarios municipales del aseo y la limpieza de la ciudad. Por lo tanto, mientras todo trataban de escuchar las letanías del puerto cultural, la ciudad se llenaba de basura y por supuesto, el viento sur del gitano Rodriguez aporto lo suyo y esparció como una verdad escondida la basura por las calles. 

La obra.

En ese deambular y con una suerte de euforia del poder que da el “Yo sabía que esto iba a pasar” caminando por la calle Esmeralda me encuentro con un muro que tenia un sin fin de capas y capas de pintura y afiches, los muros a veces son la memoria de la ciudad y conservan a su gusto lo que ellos y el clima consideran importante. Ahí, entre las capas, había un afiche de Salvador Allende con la leyenda “El compañero presidente”. En ese momento, un muro que ya no soporta más el maltrato, en una ciudad en caída libre y decadencia constante,, la idea de resumir todo esto en la idea ruina aparece ineludible. Las ruinas podrían tener algo de sublime, al menos esto pensaban algunos barrocos como Piranesi y  Le Lorrain, pensaban que algo había que preservar en ese pasado glorioso de Roma o Grecia, un modelo que aún podía aportar a la construcción social, ética y moral de una ciudad.. En ese contexto y con esa idea en mente se abría una comprensión para entender el maltratado afiche del “Compañero presidente”. Sin duda alguna la gente no le atribuyo valor a esa pieza gráfica, ¿acaso ya no inspiraba respeto ni devoción?, ¿Sería una prueba de que ni en formato afiche la ideología podía resistir?

El compañero estaba en ruinas y lo que representaba también. Así aparece la necesidad de realizar esta obra y titularla Las ruinas del socialismo. Estas ruinas de la ideología se manifestaban en los muros de barrios enteros. Hoy la ciudad tiene otra administración y las ruinas no son solo su arquitectura, es su imaginario, ese anhelo de cambios reducido a gráficas y frases que pretenden resistir al viento y el rayado al parecer, ya no son eficientes en la transmisión de su mensaje, son parte de un ruido constante, acaso un murmullo penetrante que muchos quisieran se silenciara.